Habían pasado ya más de dos meses sin que hubiera un solo intento de secuestro en el estado de Nuevo León, gracias a la “exitosa y eficaz” medida que el gobierno de Rodrigo Medina por vía de sus asesores, habían tomado.
Una tarde
cualquiera, mientras los coordinadores y los dirigentes del gobierno se
regodeaban en su crapulencia una turba
iracunda de mujeres gritaba toda clase de consignas en contra de la medida
antisecuestro, la cual, consideraban inhumana. No paso mucho tiempo antes de
que se levantaran barricadas y se
rodeara con policías el Palacio de Gobierno, las mujeres no desistían y una que
otra gritaba desaforadamente “Que alguien piense en los niños, caen como moscas”.
Agitaban las pancartas y pronunciaban discursos sobre el atropello que se cometió
a los derechos humanos en la ciudad por parte del gobierno. Anocheció y poco a
poco la masa de gente se fue disipando, nadie las atendió salvo uno que otro
medio de comunicación que en busca de la nota rosa, las entrevistó y transmitió
en vivo, todo en aras del rating.
Dentro del
Palacio de Gobierno, la clase política se encontraba en platicas para
“exportar” la famosa medida antisecuestro así como los pasos que se debían
seguir para llevarla a cabo. Variarían de estado a estado pero el fondo seria el
mismo.
Pasaron las
semanas y los niños seguían cayendo como moscas. Se repitió la protesta, a diferencia de la primera que se conformaba
únicamente por mujeres furibundas, en esta ocasión se les había unido el sector
religioso, no importaba el credo, cualquier persona que creyese en Jesucristo,
Ernesto Chavana, Alá, Buda, o incluso en
Diego Armando Maradona se encontraban ahora unidos bajo la misma causa, cesar la medida antisecuestro. Acamparon, y
con el paso de los días más gente se les fue uniendo; estudiantes, integrantes
del #YoSoy132, gente de MORENA, punks y población en general. Finalmente el
gobierno decidió escuchar las exigencias del pueblo…
Los niños caen
como moscas en las escuelas primarias refirió Doña Hortensia Flores, a forma de broma golpean las mejillas de sus
compañeros y les revientan la pastilla que llevan dentro; “Caen como moscas”
remarcó. Habló después, Monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe, limitándose a
exhortar a las autoridades a “actuar conforme a la ley de Dios” o de lo contrario
se irían directo al infierno. Siguió el turno de los estudiantes, Antonio
Atollini cuyo elocuente y atinado discurso sobre el atropello rampante de dicha
ley, dejo a todos satisfechos y bien servidos. El pueblo tiene razón, es un
sinsentido que dicha ley exista, por un lado, ha desmotivado los secuestros
pero por otro, el precio que se paga es muy alto; llevar la muerte en la boca
en todo momento. El vocero de gobierno los escuchaba atentamente y cuando
hubieron terminado todos de hablar, mando a su asistente por papeles, contratos
y registros, los mostró a los
integrantes. Quedaron perplejos. En un
principio rebatieron con todas sus fuerzas el contenido que allí se mostraba,
sin embargo eran todos legales, habían sido firmados por cada uno de los
presentes en dicha sala así como los que estaban afuera, o en sus casas o en
sus trabajos, todos habían firmado. Decepcionados dejaron la sala y se
dirigieron a la muchedumbre que afuera se congregaba, en unos pocos minutos les
informaron lo que minutos antes ellos
habían constatado, el silencio que reino fue sepulcral cuando hubieron
terminado de explicarles el contenido de los contratos, de inmediato todos
habían recordado que lo habían firmado tiempo atrás. Se retiraron cabizbajos,
sintieron una culpa enorme y los invadió la vergüenza por no haberlo visto
venir, todos éramos participes en alguna medida.
Fue una serie de
eventos cuidadosamente preparados para llevar a cabo dicha ley, e implementarla
posteriormente con el consentimiento de todos y sin ninguna resistencia. Se
precisaba mantener adormecido a ciertos
sectores de la población, así por ejemplo: “El clásico numero 100” de tigres y
rayados fue anunciado con bombo y platillo las 24 horas del día los 7 días de
la semana, enajenando aún más a la ya enardecida afición. Era inevitable no oír
el promo “Carta Blanca con la mejor afición” no importa si esta fuere tigre o
rayada; ambas beben, ambas se emborrachan, ambas se adormecen. Se organizaron
diariamente (con contubernio de los tres niveles de gobierno) concursos por
parte del conocidísimo programa “Pura Gente Bien” “Las Noches de Futbol” y en
general de toda la barra de programas pertenecientes a multimedios. Se
regalaban tablets, smartphones y recargas de 20 pesos de telcel, la gente
acudía sonriente y puntual ignorando lo que a su alrededor se estaba gestando.
Sin embargo, el punto central de dicha estrategia para desviar la atención del
pueblo recaía sobre el “Noticiario” a cargo
de María Julia la Fuente. Se divulgó la falsa noticia en donde la epidemia de
Influenza había vuelto con más fuerza
siendo esta más contagiosa que nunca. El pánico y terror se esparció como
reguero de pólvora. Fue por ello que a todos y sin excepción se les debía suministrar vacuna, (una gratuita
claro está) que no era sino agua. Se les realizaba un chequeo general y fue en
ese momento en donde se les incrusto la pastilla de cianuro en sus bocas. Hay
que señalar que la gente fue obligada a firmar una carta con muchos estatutos (la
misma que el vocero de gobierno enseñó a los manifestantes) mismos que nadie se tomo el tiempo de leer.
Hubo decenas quizá cientos de casos por muerte accidental, pues la gente no
sabía que llevaba dicho veneno en sus cuerpos, pero con todos los medios
distrayendo a las masas, los casos pasaron desapercibidos.
Ciertamente, no
había mucha diferencia antes y después de la promulgación de dicha ley todo el
mundo llevaba la muerte en la boca, se hablaba de ella en la cena, en el
trabajo, con los amigos, en la escuela… ahora literalmente esta allí, en
nuestra boca esperando que nunca se tenga que reventar. La idea era sencilla: Si el gobierno no puede
brindarte seguridad sea por incompetencia, corrupción o indiferencia, al menos te dará una muerte rápida e indolora,
que mejor forma, -pensaron nuestras
autoridades- que introducirles a todos los habitantes pastillas de cianuro. Si llegaban a ser “levantados” deliberada o
erróneamente, ahora, tendrían la certidumbre que al momento de quitarse la vida
está fuera de la manera más humanamente
posible. Se cumplía además una doble función a saber; los familiares tenían la
certeza que sus seres queridos no habrían sufrido en lo absoluto y aunado a
ello, no se verían en la necesidad de quedar en la bancarrota por pagar
rescates.
Paso largo tiempo
y los niños seguían cayendo como moscas sin embargo la gente se mantenía
sosegada, adormecida se había habituado a ello. La siguiente fase del gobierno
fue lobotomizar a las masas mediante constantes spots, a toda hora en todo momento
y en cualquier lugar ensalzando a nuestras autoridades. Eventualmente la gente
termino por creerlos. Ahora, cuando alguien se pregunta el cómo los
regiomontanos permitieron dicha ley, solo se limitan a responder: “Nuevo León,
lugar de gente emprendedora y Estado de Progreso”
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