El Cafe Iguanas ha sido para muchos algo más que un bar. Santuario para algunos, refugio para otros, lugar de conciertos míticos y emblemáticos, punto de reunión para toda clase de gente sin distingo social, mezquita obligada para peregrinos de la llamada “música alternativa” allá por los 90s o bien, un Maclaren's regiomontano. Con la reapertura de dicho lugar o mejor dicho, con la reapertura de una bar de segunda (como más tarde constataría) con dicho nombre, las expectativas eran por mucho altas. No nos engañemos, el tiempo del aquel legendario lugar ha quedado atrás, escribo esto para mis conocidos con quienes en más de una ocasión me toco convivir noches y eventos inolvidables a su lado. Busca ser una exhortación a seguir adelante en busca de nuevos lugares y dejar ir el pasado, dejar descansar a los muertos, y que no cometamos el error de caer en un eterno aferrar al pesado o en el peor de los casos una necia añoranza a la reminiscencia. He aquí 8 puntos a considerar para no ir a tan deleznable lugar.
1. Ubicación.
San Pedro, municipio inalcanzable para personas que
viven ya sea en San Nicolás, Apodaca, Escobedo etc… a no ser claro que tengas
carro. Ir en camión es practicante una tarea imposible, si bien hay rutas que
te dejan hasta aquel lugar, se tendrían que tomar más de 3. Por otro lado, viajar más de casi 1 hora en
carro a uno de los municipios “más seguros” del estado es algo que por una o
otra razón no se podría llevar a cabo todos los fines de semana.
2. Espacio
Una de las
mayores virtudes a mi parecer del Iguanas residía en el hecho de poder caminar
a lo largo del lugar e irse encontrando conocidos o simplemente mudar de
espacio y sentarse en donde se te diera la gana, cosa que cambia en el “nuevo iguanas”
pues el espacio es harto pequeño, bien pudiera ser el mismo espacio de la mitad
de una casa del Infonavit (no es hipérbole) el lugar se llena apenas con 50 o
menos personas y lo peor de todo es que no puedas caminar por él, es muy
pequeño, demasiado además, puedes contemplar todo desde tu asiento, la disposición
del “bar” es nula, es un simple cuadrado con mesas en medio y bancas en las
esquinas. Recoradaran aquellos que en el punto más álgido de la noche y bajo
ciertas rolas uno solía subirse a las bancas o mesas y realizar un buen “headbanging”
esto seria imposible pues el techo esta muy abajo, bien puede uno levantar la
mano y alcanzar el techo.
3. Precio
Entiendo que han pasado casi dos años desde el cierre
y que el precio de la cerveza ha subido, pero ¡pagar 75 por una caguama! Es una
ofensa. Si la bolsa de papel me sirviera para limpiarme el culo quizá, pero ni
para eso. Simplemente caro y no vale en lo absoluto la pena.
4. Pizza Iguana
Hay detalles que hacían del Iguana el Iguana. Sea
la bolsa de cartón con la que te daban la caguama o la pecera con el pez
embrujado que al verlo fijamente te dejaba ciego, el segundo piso, las bancas
“Industriales/artesanales” o la Pizza Iguana. Esta última también subió de
precio y disminuyo de tamaño. Pagar 35 por una nimia rebanada!!!! Con 5 pesos más
¡compro dos Gringas! Por más especial
que sea no vale la pena, simplemente no la vale. Piensan quizá que por estar en
San Pedro ¿la gente pagara eso? Sabe rica es cierto, pero el precio no la vale.
5. Meseros
Como decía en el punto anterior, había detalles que
hacían al Iguana un lugar especial, los meseros no eran parte de ello. Si bien
antaño había bartenders y raza vestida de trajes anaranjados de cuando en cuando
recogían los envases, no había necesidad de meseros. Te parabas, ibas a la barra y pedias lo que querías así de simple. Durante
los mal gastados 35 min que pasé allí una mesera me pregunto más de 4 veces si quería
algo mas, como apurándome para que terminara, desocupara la mesa o bien pidiera
otra ronda. Harto molesto. Comprendo que es su trabajo pero mas allá de hacer
sentir al cliente cómodo, genera todo lo contrario.
6. Mesas y Sillas
No me canso de repetir que el lugar es muy pequeño.
Y la nula disposición del lugar (es un vil cuadrado) no deja espacio para, a lo
sumo, entre siete y diez mesas ubicadas en medio del lugar para máximo 4
personas. Las bancas que se encuentran son muy pequeñas, nada comparadas con las
Antiguo Iguana, las nuevas son para 6 personas máximo y estoy tomando como
punto de referencia que la talla de
las personas sea las de una modelo de Victoria Secret o algo similar, de lo
contrario apenas y llegaría a 3.
7. Tocadas.
Parte del encanto del Iguana residía en las tocadas
y conciertos. Mismos que se daban en partes diseñadas para ello, lo cual dudo
mucho que pase en el Nuevo Iguanas a no ser que tengan una especia de aparato
como el de Portal para “teletransportarse” a un lugar más grande.
Confieso que fui el sábado y no habia grupo en vivo. En verdad no logro
concebir como harían para que un grupo tocase en vivo. Y no quiero ni pensar en
los conciertos.
8. Música
Dejé este punto en el último lugar pues me dejó sentimientos
encontrados. La música que se tocaba en el Iguana siempre ha sido dirigida hacia
un público en específico, pero he llegado al punto en donde pareciera que siempre
que se habla de poner rock, las rolas
son exactamente las mismas. Es como si hubieran puesto una playlist y dejarla
correr, sin mas, si alguna vez han ido al Papa Bills, la Cantinita y todos eso
lugares sabrán de lo que hablo. Sin excepción, en el punto más álgido ponen las
mismas rolas. Yo iba al Iguana para escuchar rolas nuevas, rolas de vanguardia
pero eso se complica, de un tiempo para acá ahora con servicios como Sound Cloud, Spotify, o en menor medida youtube.
Espero que después de haber leído esto lo piensen más
de dos veces antes de ir. Sé que las personas que me conocen me tienen cierta
confianza, al menos en cuanto a recomendaciones se refiere.
Comentarios
De entrada me parece un poco raro, incluso enfermizo (dado a la tan conocida tragedia) que quieran emular el antiguo Café Iguana: las paredes del mismo color, los candelabros, la misma música... pero eso sí, a excepción de los precios, claro está.
El problema también de la ubicación es que... ¿por qué todo en San Pedro? La onda sería reactivar el centro de Monterrey. ¡Cambiar la vida nocturna a otro municipio no es la solución! No olvidemos que también representa un riesgo salir en carro por el rollo de las antialcohólicas. Que padre para los que viven cerca, pero ¿y los qué no?
Me hubiese parecido más sano que lo hubieran abierto bajo otro concepto, en lugar de hacernos creer que no pasó nada y que ahí está todo tal cual lo dejamos la última vez que fuimos.
No creo que esto sea una convocatoria para que nadie vaya, más bien una invitación a que los "rockeros" no se dejen engañar: El Café Iguana ya fué.