— ¿Estás seguro que era ella?
— ¿Y cómo voy a saberlo yo? Chistó con desdén.
— Bueno, tú tienes más tiempo aquí que yo ¿no es así?
— Si, pero date cuenta, hace un momento estaba allí arriba
(señalando un punto apenas visible) luego…
— ¡Luego que! Yo no soy más que café, café que quita
el sueño y te mantiene despierto…
—Luego les vi; al medio y al índice. Depositaron un “paquete”,
un “regalo”. Minutos después encontré
que era todo lo contrario.
Ambos se encontraban separados por apenas unos cuanto centímetros,
enormes mosaicos se elevaban alrededor de ellos. Prisioneros en aquel foso, que
apenas y era iluminado por un débil haz de luz.
—Yo no soy más que café, (repetía histriónicamente) café
que quita el sueño y café que te mantiene despierto… ¿Dices entonces que les
viste?
—Si, al índice y al medio.
—Imagino que el “paquete” o “regalo” era hexagonal
— ¡Sí! ¿Cómo lo has sabido?
—Sé que tocó tu estomago o bien tus manos y pies. Pese
a estar oscuro has sabido de su forma por el tacto. De nuevo ella ha tenido miles
de faros que disparan luces blancas en su interior.
— ¿Qué dices?
—Nada, será mejor que hagas espacio allí viene…
Los haces de luz que lograban colarse por la rendija
no dejaban mentir; en lo alto había unos labios verticales, unos que dejaron
caer una lluvia de oro, abundante hasta que se tornó en cascadas, cascadas de oro
que al resbalar por los mosaicos, les golpeaban atrozmente. Al cesar la lluvia
y por ende las cascadas de oro, allí estaba él… tratando de solidificarse,
nunca lo logró. Antes bien formó ectoplasma o eso parecía.
— ¡Vaya! Veo que tenemos compañía. ¿Y a ti, porque te
han depositado aquí?
—No sé, es lo que he estado tratado de averiguar pero
no veo motivo ni razón.
—Ha recibido el “regalo hexagonal”
—Ya veo. Así que ella…
—En efecto.
—Ja ja y en menos de tres meses, este sería ya el cuarto del año si no me
equivoco
— ¿De qué están hablando? Entonces ustedes saben de dónde
vengo.
—No sabemos de dónde vienes, pero si a dónde vas.
— ¡Díganme! (gritó encolerizado)
—No eres como tus hermanos, ellos sí que tenían sentido
del humor. Veras, nosotros (refiriéndose al Café y a él) venimos aquí una vez
por día a veces yo solo, pero luego, ese mismo día me hace compañía Café entonces…
— ¡Esperen! Los
labios verticales hacen llover de nuevo.
Pero ahora la
lluvia habíase tornado carmesí. Se formaron grandes grumos de carmesí,
terminaron por diluirse todos: Oro, Café y Él. Arriba se escuchaban lamentos
mezclados con ruegos y plegarias para que nada quedara dentro y para que nada
se haya desgarrado. Abajo, todos se fueron a los intestinos de la ciudad.
Nora se incorporó luego de sufrir
enormes espasmos. Jaló el fluxómetro y sin querer, dejo caer una caja de pastillas
de sus manos. Nunca fue del todo visible el nombre de estas, pero si el nombre del activo; Misoprostol.
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