Tituba



Tenía el celular en mano y sobre el  corriendo estaba la aplicación por excelencia: WhatsUp. Lo miraba constantemente pese a que la neblina era harto densa, pese a que las curvas eran por demás pronunciadas y pese a que cada vez podía ver menos las líneas de los carriles en la carretera. Gotas de sudor descendían frenéticamente de su frente, las manos le temblaban pero seguía aferrado al celular mirándolo constantemente hasta que al fin aparecieron las tan famosas dos palomas verdes; la hora 3:00 am. Solo entonces cayó en la cuenta que había estado manejando por más de 5 horas y que lejos muy lejos debía estar ya de Abigail W.

Se sosegó. Decidió parar  — ¿o acaso alguien más  decidió por él?— Tenía puestas las intermitentes, los faros  refractaban la neblina dando un poco de visibilidad. Se encontraba solo a unos metros de la carretera, súbitamente un estruendo resonó por la parte septentrional de la montaña  y al punto las luces se apagaron. Entró en pánico,  ahora la única luz que  le iluminaba era la de su celular cuya pila estaba a punto de terminarse. Texteó nuevamente al mismo contacto pero ahora las dos palomas verdes le habían abandonado, esperó y esperó para ver si aparecían pero todo en vano, había perdido la señal.   

—Quizá si me muevo un poco de lugar la cosa cambie —pensó para sus adentros.
Bajó del auto dejando las llaves puestas, dentro estaban algunos artículos personales;  cartera, encendedor, una caja de cigarros, una pluma roja, un USB… había además un talismán que solía llevar siempre consigo debido a que era el único recuerdo que de su padre le quedaba;  del tamaño de una moneda cuyas imágenes, letras e inscripciones eran absolutamente herméticas para él.  Debió  haber caminado no más de dos metros cuando las palomas por fin aparecieron. Hasta que por fin  recibió  respuesta;

Aún respira!!!!

Luego, la misma persona al paso de unos segundos escribió:

Repite una y otra vez el nombre de Samuel Parris
Quedó estupefacto.  Dejó caer el celular al suelo. La neblina era tan densa que apenas y podía verse los pies, pese a tales circunstancias no le costó mucho trabajo encontrarlo dado que la luz emitida por el aparato fue de gran ayuda.

En vano trató de volver sus pasos y regresar a su auto. Caminó y caminó por largo tiempo, comenzó a pensar en lo imprudente que fue el alejarse de su auto bajo tales circunstancias, sin mucha batería, sin GPS, en el medio de la nada bajo la inmensidad de la noche  llena de neblina, iluminada vaga y débilmente por unas estrellas que apenas y figuraban luciérnagas cuyo resplandor no es ya aquel brillante y verde fluorescente que suele tomarse como referencia, no, su resplandor era más bien como el proveniente de un celular que ya se encuentra “running off battery” así, y no con mayor brillo era lo que hasta aquel entonces aún percibía. No pasaría mucho tiempo antes de que las cosas cambiarán drásticamente para él.

Tan pronto como las “luciérnagas” se extinguieron fue  preso de una intensa ansiedad al ver que no llegaba a ningún lado, no importando que tanto caminase o corriese, simplemente no llegaba a ningún lado, no se topaba con nada, miró hacia arriba y nada más que el  denso y  abrumador color gris, luego miró hacia abajo y a duras penas  veía sus rodillas, ni siquiera el suelo que pisaba le era posible ver, pareciera como si estuviese encerrado en un inmenso cubo de neblina, un cubo cuyos bordes o paredes nunca pudiese tocar, un cubo cuyas dimensiones fueran  infinitas o quizá su percepción le fallaba (después de todo no podía ver nada a su alrededor salvo el color gris)  quizá el  espacio que le rodeaba era en realidad un espacio muy reducido y  él se encontraba dentro de una esfera. Siendo así, no importaba que tanto caminara o corriese, no avanzaría a ningún lugar. Llegó entonces a la conclusión de que dicha esfera debería de estar suspendida en el aire bajo alguna clase de mecanismo que la neblina le impedía ver, de tal forma que la esfera se movía solo sobre su propio eje permaneciendo estática en el mismo lugar  ¿Pero cómo había llegado allí? Y aún más importante ¿quién o qué lo había conducido hasta aquel punto y bajo qué motivo? Se devanaba los sesos pensando en toda clase de cosas fantásticas y absurdas cuando de pronto paró y cerró los ojos. Pensó  que la justicia divina lo había alcanzado, solo hasta tiempo después se percataría cuán lejos estaba su percepción de la realidad.


Siguió caminando con los ojos cerrados, para ese entonces ya habíase hecho a la idea de estar dentro de una esfera suspendida en el aire. Conforme avanzaba o mejor dicho mientras caminaba dentro de la esfera —si es que en verdad se trataba de una esfera— Escuchó una especie de cantos formados por sonidos desconocidos y remotos. Abrió los ojos.  Los cantos transmitían congoja y desesperación, se elevaban por los aires formando espirales ascendentes cuyo sonido retumbaba a lo largo y ancho del orbe. ¿Por cuánto tiempo retumbó? Es difícil saberlo. Incluso para Samuel que presencia todo el acto sería imposible hablar de segundos, minutos u horas,  había perdido ya la completa noción del tiempo.  Su celular seguía marcando las 3:00 am. Paulatinamente los ensordecedores cantos no fueron más que simples alaridos que poco a poco iban perdiendo fuerza, volviendo así  a las atormentadas gargantas que los profirieron. Samuel sintió como su cuerpo era arrastrado por los cantos que ahora se extinguían; así como la serpiente es arrastrada por la flauta del encantador, así su cuerpo, no obedeciendo ya su voluntad, limitabase a seguir los  alaridos hasta que  a  lo lejos una especie de luz fatua refractaba la neblina haciendo que esta se dividiera en cientos  de líneas, desgarrándola,  dejando entrever una mansión que sin duda era muy antigua,  Al punto subió siete peldaños antes de dar con una puerta  de caoba. No fue necesario abrirla la puerta había sido empujada desde adentro. Un largo corredor lleno de pinturas que estaba persuadido había visto ya en algún punto de su vida, pero no en óleos como ahora las contemplaba,  sino en carne propia. Recordaba, haberlo vivido, es como si ya antes él hubiese visto con sus propios ojos tales escenas, no solo visto, sino también olido, todo cuanto allí se mostraba desde los campos verdes hasta el olor de algodón que se elevaba por los campos de  Massachusetts. Recordó también la sensación  de su piel al contacto con el terzo algodón, recordó no menos nítidamente, a los esclavos negros, recordó el látigo, recordó las bajezas y las humillaciones ante tal raza y  ahora está allí, en medio de una ejecución; un negro había querido sublevarse, ardua tarea es la del amo quien debe disciplinar a base de mano férrea a los desobedientes esclavos y educar con el ejemplo. El negro fue arrojado desnudo a un redondel en donde una jauría acostumbrada a comer carne humana le despedazó aún vivo, los alaridos se confundían con los gruñidos de los perros que se batían constantemente los unos contra los otros con tal de desgarrar y tragar la mayor cantidad posible del pobre esclavo, La sangre bañó todo el lugar, vísceras y demás materia se esparcía por todo el redondel, después de todo el hombre no es más que un costal de vísceras, flema y excrementos...la belleza se encuentra afuera en la piel… no en lo que hay adentro…



Entre estos y otros pensamientos se perdía cuando al fondo del corredor observó una especie de  mesa de recepción.  En ella había un reloj de arena cuyo tamaño era apenas el de un Iphone, el reloj estaba en posición vertical pero al mirarlo más de cerca (pues no había mucha luz que lo iluminase) se dio cuenta que en lugar de arena contenía neblina en un bulbo  y ceniza en el otro. Junto a éll, yacía una campanilla de mostrador muy herrumbrosa por el paso del tiempo, trató en vano de hacerla sonar, por más que lo intentó, sonido alguno no emitió, se inclinó ligeramente para poner su oído más de cerca, seguía  intentando y puso su oreja tan cerca como pudo a la campanilla. Ésta, sencillamente  no emitía ningún  sonido  sin embargo al cabo de tantos intentos terminó imaginandose  el sonido. Lo escuchó en su cabeza fuerte y claro... al punto detrás de él sintió un gélido aire que le soplaba la nuca, se volvió hacia atrás y nada, volvió la mirada y allí estaba ella...Imponente mujer cuyos ojos celestiales penetraban hasta los huesos de Samuel, piel de un ébano sin igual, su cabello, hermosa y prodigiosamente hilvanado con listones  de color carmesíi entrelazados a su vez por su lóbrego cabello, adornados a su vez por toda clase de cachivaches a la vieja usanza de algunas tribus africanas.
— Jhon te ha estado whatsapeando largo tiempo sabes —dijo mientras jugaba con el reloj de arena.
—Pero pensé que no había señal —luego vio su celular y tenia mas de 10 mensajes sin abrir.


Samuel, no puedo salir de este cuarto! Las paredes cada vez se van alejando de mi, a su paso no dejan más que una manto grisáceo, una muy denso. ¡Ella aún se mueve pese a la golpiza que le propinaste! No esta muerta, aún respira y de su boca sale una espuma blancuzca. Repite una y otra vez tu nombre,  invoca demonios en el umbral de su muerte, súbitamente el cuarto en que estoy empieza a llenarse de ... de ceniza. Al principio cae del techo obedeciendo la gravedad, luego las paredes se agujerean, se llenan de hoyos que se abren como vórtices en la nada  y ahora la gravedad ya no surte efecto, ahora la ceniza  cae por decirlo de alguna manera; horizontalmente formando un telar de cenizas que poco a poco terminará por ocupar todo el espacio de la habitación, Samuel ¿donde estas? ¿Llegaste? ¿La viste? ¿Cúal era el punto? ¿Cúal el motivo? ¿Por qué estoy yo aquí? ¿Y no tu? Samuel Contesta!!!  Esta ceniza entra por mi nariz y me contamina los pulmones, trato de escapar y correr para otro lado, sin embargo la ceniza esta siempre  a mi alrededor es como si…es como si


“Como si estuviera en una esfera girando sobre su propio eje” Al fin Samuel completó mirando-la


—Así es contestó ella.
—Ahora todo tiene sentido, mi tatarabuelo, es decir el reverendo Samuel Parris, por quien yo debo pagar su falta y en el caso de Jhon H...
— El debe de estar ahora agonizando eternamente — dijo quieta y sin emitir emoción alguna.
— Y de Abigail W. ¿por que ella? ¿por qué empezar con ella? Si fuimos ambos los que te quemamos viva aquella noche de 1692.
— ¡Ella empezó los juicios de Salem!


Mientras era atada al tronco más alto de todo el bosque, cortado solo para servir de apoyo a la hoguera que diera lugar a la flama purificadora cuyo poder expiaría  todo rastro de maldad, toda huella luciferina y satánica que se le atribuía, Tituba tuvo una reminiscencia; <<...la luna era llena y poseía un destello bermellón como nunca se había visto desde que se tenía memoria en la tribu, las ofrendas al pie del árbol  y los cantos místicos se elevaban por los aires en aras a Takhar o Taahkarr, según el traductor>> con su último aliento profirió ciertos versos ahora intraducibles para la gente blanca y de occidente.


— Pero entonces el talismán…
— El talisman es lo que te ha traído aquí — se apresuró a confirmar
—En efecto, era la forma que tenía mi padre de liberarse del tormento
— O de relegarselo a su hijo.
— No hay tal hijo, Reverendo Samuel Parris, — dijo Tituba— se que ha evadido la muerte bajo conjuros y artificios para no pagar en la otra vida lo que hizo en esta. Y ese talismán es el vínculo entre este y el otro mundo. Ahora pagará en vida pues su poder se ha ido, he esperado 322 años pacientemente por este momento.


— Así que fuiste tú la que nos puso en ese cuarto con Abigail W., y fuiste tambien tu la que…


—  Te equivocas, — replicó Tituba—  harto tiempo has estado tú aquí encerrado en este reloj de arena, (sosteneindo el reloj de neblina y ceniza) recuerda que el tiempo aquí no corre igual que en tu mundo, para ejemplo ve tu celular, aún marca las 3:00 a.m. y lo seguirá marcando...


Luego algo extraño pasó, al alzar la mirada vió un turbio vitreous, contemplado así,  en cierta manera  “a life through the glass” donde ahora todo está invertido y el tamaño de los objetos es alterado drásticamente, Tituba  se aleja y deja desvalido al reverendo Samuel en un vertiginoso remolino de arena ardiente


— Pero entonces, quieres decir que así será para la eternidad  — gritó despavorido.
—  Tu naturaleza mortal no te permite imaginar un concepto tan harto — dijo mientras su figura se desvanecía.


—  ¿Quiere esto decir que penaré hasta que haya leído todos los tweets que han sido publicados y que entre uno y otro deberé esperar un intervalo de un siglo de tal suerte que cuando me los haya leído todos mi suplicio termine?


— Ni remotamente!. In saecula.


— ¿Penaré hasta que haya contestado todos los comentarios vertidos en youtube mostrándoseme solo una palabra por cada diez lustros y no habré acabado siquiera de contestar uno, cuando miles de millones han sido publicados ya?


— Todavía Más! In saecula!


¿Penaré hasta que me haya descargado toda la Internet y pueda bajar solo un Gigabyte por siglo y que, pasado ese siglo la cantidad  del siguiente sea solo de un megabyte y que, pasado ese siglo la cantidad se reduzca a un kilobyte y así sucesivamente  hasta que me la haya descargado toda?  


— ¡Lejos aún estas!. In saecula.


Y si todo ese universo que conocemos fuere un solo desierto de arena, y cada siglo se quitaré un único grano de arena, ¿habría acaso acabado de penar cuando estuviere todo despejado?  


— Ni siquiera. In saecula.


Finjamos que un condenado derrame al cabo de millones de siglos dos lágrimas solas, ¿cesará el de penar cuando su llanto sea apropiado para formar un mayor diluvio que aquel en el que antiguamente perdióse todo el género humano?

— ¡Ea, pues,  —rugióó resueltamente antes de perderse por completo en el infinito torbellino de posibilidades que brinda la divina providencia— acabemos, que no somos niños! Si queréis que os los diga: In saecula, In saecula tendrán que penar los réprobos, In saecula, que es como decir por siglos sin un número, sin un término, sin medida. In saecula Saeculorum.

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